lundi 3 décembre 2007

Hermelinda, vals de Alberto Condemarin

Escucha amada mía la voz de mis cantares,

que brotan de mi lira cual desolado son.

Arrebola tu ausencia temiendo mil azares,

enferma tengo el alma y herido el corazón.

Ya para mi las aves no cantan sus amores,

ni vierte su perfume la aurora matinal.

Y el tímido arroyuelo que bulle entre las flores,

tu rostro peregrinorefleja en su cristal.

¡Qué triste amada mía los días amanecen!

¡Qué lentas son las horas que estoy lejos de tí!

Para calmar la dudaque tormentosa crece,

acuérdate Hermelinda,acuérdate de mí.

Seré tu fiel amante que solitario llore,

al recordar las horas de dicha y de placer.

Bañada con mis lágrimas,tu frente encantadora

tus ojos dos luceros,fijados hacia mí. (bis)


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